lunes, 13 de febrero de 2012

El mundo de los vacíos a un twitt de distancia


Twitter se ha vuelto en los últimos tiempos en la mayor y mejor herramienta alienante que encontró el sistema. El boom de los 140 caracteres condensó casi toda la imbecilidad humana sin quererlo. Red social, como la denominaron en los medios, que exaspera el egocentrismo, aboga por el egoísmo y aspira a la información con un alto grado de desinformación. Famosos, no famosos, periodistas, no periodistas y gente de todo tipo se dan cita en este espacio multimedial de precocidad absoluta.
La alegoría perfecta de este medio son las disfunciones sexuales. Los 140 caracteres son la eyaculación precoz masculina y la frigidez femenina. Las fotos de 2x2 son un cuadro perfecto de la histeria freudiana, de ver y no mirar. La exaltación de las virtudes propias (despojadas de toda humildad) es el fiel reflejo de lo que carecen. Esto último se aprecia mejor en el periodismo, donde pululan los “pijicortos” que se golpean el pecho y dicen tener la primicia de absolutamente todo lo que acontece en su pequeño mundo. Un complejo de inferioridad tan grande que da a pensar seriamente si son eyaculadores precoces o tipos con un pito tan chico que no se satisfacen ni a sí mismos.
El @loquesea sirve, además, como supresión perfecta de la identidad. Más que nunca el hombre se ha transformado en etiqueta, en su propia etiqueta de una marca que se vende para el ciberespacio. Ya no hay profesiones, sino twitteros. El grado de aceptación se reduce a la cantidad de seguidores o al grado de RT (retwitts) que cada comentario genera.
Todo sirve, todo suma para exaltar el vacío. La vida no es mejor o peor sin twitter, pero sí es más adictiva. Se desesperan por tener un Smartphone con twitter o de generar TT (reconozco que no sé qué mierda significa) para ser más “cool”.
Esta pérdida de identidad se ve reflejada en la “vida real” o lo que se denomina, fuera del ámbito cibernético. Aquellos que hablan, bardean o cacarean por esta red social no tienen la valentía suficiente para enfrentarse a las personas de la misma manera, pero cara a cara.
Aquel que todavía piense en tener twitter hágase la pregunta, sincera de más está decir, acerca de la real necesidad que tendrá para sí. En caso que no la tenga, no la abra, se evitar´ña dolores de cabeza innecesarios. Es mejor y más sano vivir en un mundo sin necesidades innecesarias. Ser, estar o pertenecer, vas mucho más allá de la cantidad de seguidores y del caudal de twitts.
Como no predico con el ejemplo, es obvio que tengo twitter. Pero lo uso como residuo de mi profesión y por sugerencia – quasi obligación – de mis jefes en mi trabajo. No me interesa para otra cosa. Antes de perder un poco de tiempo en prender escribir 140 caracteres, prefieron derrochar muchísimos más en este espacio.

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